Cada pantano tiene su
propia y triste historia pero en Yesa quieren escribirse dos. Hablar del
embalse de Yesa, de su inauguración en 1959 y de su gestación en la
primera mitad del siglo XX, es hablar de la colonización de un espacio de
montaña para ponerlo al servicio de otros, es hablar de un desplazamiento
forzoso de más de 1500 personas, es recordar la desaparición de un
balneario emblemático, es constatar la ruptura del histórico eje de
comunicaciones que fue la Canal de Berdún y añorar una fértil vega
inundada entre los sollozos de los que se fueron y el desánimo de quienes
se quedaron.
Y como si aquello
hubiera sido poco y la pesadilla nunca hubiera existido ahora nos quieren
poner un epitafio que tenga como víctimas a los ribereños que superaron
aquel holocausto, el Camino de Santiago Patrimonio de la Humanidad, la
seguridad de los pueblos aguas abajo, las zonas protegidas y los restos de
vega que dan vida a los pueblos. Y quieren hacerlo con un demencial gasto
de 240 millones y con una vergonzosa manipulación informativa hacia la
población de Zaragoza y su abastecimiento de boca desde el río Aragón. La
gula de agua de algunos no tiene límite ni atiende a razones pero la
palabra justicia aquí sólo puede escribirse con un YESA NO.
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