Reportajes

 

Diario del AltoAragón, 5 de octubre de 2003

Aire libre

 Las termas de Tiermas: la reivindicación de una fuente de riqueza

 El agua ahogada

 Las aguas termales de Tiermas constituyen una peculiar fuente de riqueza, ya que pese a la constatación de sus beneficios para la salud, están totalmente desaprovechadas tras haber quedado inundadas por el pantano de Yesa. Sin embargo, con tozudez montañera afloran cada año al final del verano, cuando el embalse está bajo. Es el momento en que las gentes conocedoras de las propiedades medicinales de las termas, o las que simplemente quieren disfrutar de un momento de relax, acuden a sumergirse en su calidez, esforzándose en ignorar el panorama que les circunda y que recuerda más los efectos de una guerra que el magnífico balneario que allí hubo. La Asociación Río Aragón contra el recrecimiento de Yesa insiste en recuperar esta riqueza y emplaza para ello a la Comarca de la Jacetania, el Gobierno de Aragón y el Ministerio de Medio Ambiente.  

 

Esta imagen de 1959 refleja la inundación del pueblo bajo de Tiermas, junto con su balneario y el de las posibilidades de desarrollo de esta zona de la Jacetania. (Todas las fotos proceden de la Asociación pro Defensa de Tiermas)

Luisa PUEYO

JACA.- Las aguas termales de Tiermas siguen allí. Debajo del pantano de Yesa desde 1959, este manantial continúa ofreciendo para nadie su riqueza curativa. Sólo al llegar el fin del verano se aprecian estas aguas en superficie, junto a los muros que un día las civilizaron, los de aquel balneario, con raíces romanas –el nombre de Tiermas, las thermae romanas, es inequívoco-, parada obligatoria para quienes buscaban reencontrarse con la salud. Eran gentes de toda condición, desde los menos pudientes, que se alojaban en las fondas, hasta los más ilustres y adinerados, que aprovechaban las lujosas instalaciones de decoración modernista del hotel Infanta Isabel, inaugurado en 1908 y propiedad de los Condes de Coello. También quedan restos de las casas que los vecinos de Tiermas habían edificado junto al centro termal para disfrutar del verano, y del viejo puente medieval, construido para salvar el río Aragón y décadas después sumergido por sus aguas, forzadas por la presa que las retiene.

Son estas piedras, las mismas que evocan cuando afloran a la superficie la desolación que sigue a una batalla, los más directos testimonios de lo que fue un pasado de esplendor en torno a esta riqueza natural, hoy desaprovechada. Quienes cada año acuden a la llamada de estas aguas renuentes a ser olvidadas, que con terquedad continúan fluyendo como durante siglos lo han hecho, quizás ya no se conmueven pensando en la vida que aquí hubo hasta la amenaza sombría del pantano, del que ya se hablaba en 1907, aunque por aquel entonces se planteaban unas dimensiones más reducidas y una ubicación aguas abajo de Tiermas.

Los clientes, mientras, seguían acudiendo, conocedores de los beneficios de estas aguas sulfurosas, carbo-gaseosas y radiactivas para combatir enfermedades cardiovasculares, alteraciones respiratorias, del sistema nervioso, de la piel y ginecológicas, así como el reumatismo, la rinitis, la sinusitis y la obesidad, como se recuerda en el libro “De las Heras, una mirada al Pirineo, 1910-1945”, dedicado al fotógrafo Francisco de las Heras que entre los años 1910 y 1925 editó dos colecciones de postales sobre el balneario, “un centro termal de los más populares en su época”. Las fotografías se acompañan por referencias históricas, y así se explica que el mayor esplendor se vivió en 1912, que el coche de línea que unía Jaca y Pamplona tenía aquí una parada, y que el hotel Infanta Isabel, que junto a las instalaciones hosteleras disponía de gabinete de lectura, sala de recreo, parque y pista de tenis, y se comunicaba con el balneario por un pasadizo, se quemó en los años 40 y ya no fue reconstruido. Hay asimismo en este libro el reflejo de otra memoria más íntima, la de Máxima García, vecina primero de Tiermas y luego de Artieda, fallecida a los 99 años de edad con la pena de haber visto morir a su pueblo – 1.500 personas de éste y de los de Ruesta y Esco fueron forzadas el éxodo- y el temor de que ocurra lo mismo con Artieda, amenazado hoy por el proyecto de recrecer el mismo pantano. Frente al desarraigo actual que impera en esta zona, Máxima García se remonta a una vida plena, la de cerca de 800 vecinos que disfrutaban del pueblo asentado en la meseta y de las casas del entorno del balneario. Ella estuvo un año de planchadora en el hotel y coincidió con la visita del rey Alfonso XIII, toda una fiesta.

El Balneario de Tiermas en los años 30

Las ruinas del balneario salen a la luz al final del verano, junto con las aguas termales

La triste historia de Tiermas, explicada al detalle en numerosas ocasiones por la historiadora Pilar Poblador, es demasiado reciente y las heridas dejadas en mucha gente no han cicatrizado. Es difícil que lo hagan, dadas las circunstancias: los vecinos de Tiermas, constituidos en asociación, se ven ahora obligados, tras asistir impotentes al expolio de los bienes arquitectónicos del pueblo, a acudir al Tribunal de La Haya de derechos humanos para llevar allí las pruebas de su desamparo ante una expropiación forzosa que no se quiere admitir, cuando todavía no han digerido el amargo bocado que supuso la compra del pueblo por 3,7 millones de pesetas en 1983 por parte del Ayuntamiento de Sigüés a la Confederación Hidrográfica del Ebro, sin la preceptiva notificación a los expropiados que, sin saberlo, estaban tramitando la reversión de sus casas. Los de Tiermas, fieles a su memoria, estarán hoy, domingo, en Leyre, en su reunión anual motivada por la nostalgia de sus raíces y la lucha por recuperarlas.

Por otro lado, está la riqueza en sí de las aguas termales, inútiles porque así lo ha querido la administración. La Asociación Río Aragón reivindicó en el año 2000 su recuperación por parte del Gobierno de Aragón. La respuesta no ha podido ser más elocuente: ni una palabra. En 2003, el colectivo vuelve a la carga, esta vez emplazando también a la Comarca de la Jacetania y, por supuesto, al Ministerio de Medio Ambiente. Su argumentación se apoya en la tesis doctoral de Sebastián Contín Pellicer, publicada en 1989 con el título “Historia del Balneario de Tiermas”. En ella deja constancia de la importancia de este centro termal ya en la Edad Antigua, pues su fundación data “por lo menos de la época de los romanos”, y de su uso en la Edad Media, confirmado documentalmente, incluso con un hospital citado en la Guía de Peregrinos de Santiago, “lo que demuestra las virtudes que se le atribuían en unas épocas en que los balnearios estaban abandonados, en franco descrédito e incluso proscritos”. También se valoró en la Edad Moderna, con monografías publicadas en los siglos XVII y XVIII, e incluso con la restauración de sus instalaciones durante la Ilustración.

Contín señala que durante todo este tiempo han tenido relevancia tanto la composición de las aguas como su temperatura, y considera obligatorio tener en cuenta estas posibilidades curativas, ligadas ahora a “las más modernas técnicas crenoterápicas” y la tendencia en los últimos años a volver “al uso de la balneoterapia”. “Es necesario que se prosigan los estudios para el rescate de las aguas termales, bien continuando los sondeos que en 1987 inició la Diputación Provincial de Zaragoza, a requerimiento del Ayuntamiento de Sigüés, para encontrar la veta profunda, o bien extrayéndolas de la primitiva fuente exterior del embalse con los modernos procedimientos que hoy tiene la técnica y que son de una gran sencillez”, dice Contín, y añade que esto ha de conllevar la construcción de un nuevo balneario “dotado de los más modernos medios de tratamiento médico y de régimen turístico”, lo que “sin duda repercutirá positivamente en el futuro de la tan deprimida comarca de la Alta Zaragoza”. “Por supuesto –apostilla-, habiendo descartado definitivamente, como parece que ya se ha hecho, el absurdo y faraónico proyecto del recrecimiento del pantano de Yesa, que sólo supone la definitiva ruina de toda la comarca, con consecuencias hoy inapreciables para Aragón y para todo el Pirineo”.

El puente medieval de Tiermas antes de la inundación El puente, cegado por los sedimentos, resurge cuando las aguas descienden

Para Río Aragón, estas conclusiones siguen vigentes pese al tiempo transcurrido, con el valor de las aguas afianzado por “el poder de atracción que tienen para las gentes de la vecina Navarra y comarca de la Jacetania. Se cuentan por miles quienes en los escasos meses de final de verano y principio de otoño, cuando el nivel del pantano ha descendido considerablemente, se acercan hasta las fuentes de lo que fue balneario y, en improvisadas badinas, se sumergen en las aguas o se embadurnan en el barro de las orillas hasta cumplir la preceptiva novena. A pesar de que las condiciones higiénicas de estos baños no son las deseables, el número de personas que buscan remedio a sus males o simplemente el deleite de estar en tan excepcionales aguas está aumentando de forma espectacular en los últimos años”, señala la asociación.

En su reivindicación de octubre de 2000, unida al paro del Pirineo del 25-O, Río Aragón hablaba de la obligación del GA de “velar por el patrimonio natural, la salud de sus conciudadanos y la puesta en valor de los recursos que puedan servir para su disfrute y la revitalización económica de las zonas más deprimidas”, sin que esta recuperación se asuma como parte de un plan de restitución que la asociación no acepta. Entonces se pidió incluir en los presupuestos de 2001 una partida para estudiar la forma de hacer accesibles todo el año estas aguas, e iniciar la redacción de un proyecto para su aprovechamiento en unas instalaciones adecuadas. La petición cayó en saco roto.

Por eso, el pasado 21 de septiembre, un centenar de personas protagonizaron un acto testimonial, en el que se pintó un graffiti con el lema “Termas vivas” en uno de los muros de la vieja construcción termal y se hizo un baño colectivo. La petición de este día se dirige al Ministerio y a la CHE - para que “en lugar de ocultar información y obstaculizar, favorezcan de forma clara la recuperación de las aguas termales de Tiermas, apostando ya por una Nueva Cultura del Agua, que pone de relieve la necesidad de considerar otros usos, como los ligados al ocio y la salud”-, y al GA, para que “lidere esta recuperación” y elabore un Plan Director en coordinación con la Comarca de la Jacetania, que debe reclamar su protagonismo. “La construcción del embalse de Yesa supuso la pérdida de este gran patrimonio, nunca valorada a la hora de analizar el efecto real de dicha obra y que en absoluto es despreciable si se considera el negocio en que se están convirtiendo los complejos que aprovechan las aguas termales. El proyecto de recrecimiento no hace sino potenciar la pérdida de patrimonio de esta comarca tan injustamente tratada en el pasado, al tiempo que se convierte en una permanente amenaza para cualquier proyecto ambicioso, como sería recuperar el balneario en un emplazamiento adecuado”, afirma Río Aragón, que reclama “el derecho de la comarca a ser compensada por el perjuicio sufrido en el pasado” y el de hoy día a disfrutar de estas aguas termales.

 

 

 

Asociación Río Aragón-COAGRET