Opinión
Yesano.com, 23-IV-2002
El GA sigue ignorando a la montaña

M.ª Victoria Trigo

Desde aquel 8 de Octubre de 2000 en que el Gobierno de Aragón llamó a la ciudadanía a manifestarse en contra del Plan Hidrológico Nacional en Zaragoza, el camino recorrido en pro del entendimiento entre los aragoneses es nulo. Ni los razonamientos científicos, ni las sentencias de los tribunales en contra de Santaliestra han conseguido que el Pacto del Agua sea objeto de una rigurosa relectura. Marcelino Iglesias y José Ángel Biel siguen haciendo oídos sordos a esta realidad, siguen pidiendo agua sin atender a más razones que a las de los viejos planteamientos y, de nuevo el 23 de Abril, convocan a los aragoneses a rechazar el trasvase del Ebro haciendo de la unidad en el  “no” al trasvase el esparadrapo con el que nos quieren tapar la boca a quienes, además, queremos evitar que otros ríos sean maltratados y que, en ese uso indebido del agua, se acentúen las diferencias dentro de Aragón. Y en este contexto, personalmente me pregunto a quién beneficia realmente esta manifestación del día 23 y comprendo a los montañeses que optan por no sumarse a la misma. También cuestionamos el calificativo de prudente, que tantas veces se ha aplicado a nuestro Presidente Autónomo, ya que la prudencia aconsejaría una moratoria en las obras del Pacto del Agua, en vez de la urgencia que se les quiere imprimir y que nosotros percibimos como un temor –un temor muy justificado- a que finalmente las graves irregularidades en que incurren todas ellas, impidan su ejecución, con el consiguiente desencanto tanto para quienes han vivido engañados con las promesas de unos regadíos utópicos, como para quienes suspiran por un filón de agua para traficar con ella.

 

La expresión “Nueva Cultura del Agua” cada vez gusta más a nuestros políticos y a los representantes de los sindicatos mayoritarios, aunque se limitan a utilizarla como una falsa etiqueta de modernidad con la que disimulan su escaso interés en profundizar en cómo hacer del agua un elemento que aporte riqueza y bienestar principalmente en su propio territorio. Nosotros nos sentimos defraudados y discriminados porque en las concentraciones en las que se aboga por la unidad, si alguien acude a manifestarse contra el trasvase reclamando el Pacto del Agua, se considera que tiene todo el derecho del mundo a expresarse así, pero si nosotros vamos a defender el Ebro y, además, oponiéndonos al Pacto del Agua, a eso se le llama separatismo y radicalismo. Las vías de diálogo -aparte de alguna voluntariosa iniciativa de mediación cuyos frutos aún están por ver-, siguen sin existir, pese a lo cual nosotros estamos ganando importantes apoyos, gracias a nuestra constancia y a la convicción en que es posible un desarrollo para todas las comarcas sin que nadie quiera destruir al vecino. En este sentido, la reciente intromisión de Jaume Matas por el Pirineo es una lección para que el Gobierno de Aragón sepa que si él no atiende a ese territorio, alguien desde la Moncloa sí está dispuesto a hacerlo y a buen seguro que no será en solidaridad con nuestra Comunidad.

 

Pero si algo tenemos claro todos los aragoneses es que el Pacto del Agua va indisolublemente unido al Plan Hidrológico Nacional y su obra puntera, el trasvase del Ebro. Para unos porque opinan que regular los ríos -como se pretende hacer con los macroembalses-, es demostrar que en Aragón no sobra agua y, por tanto, no es viable el trasvase del Ebro. Para otros -Coagret entre este segundo grupo-, porque en el bando diametralmente opuesto, argumentamos que esos macroembalses son los grandes depósitos que garantizan los caudales a trasvasar.

Asociación Río Aragón-COAGRET