El Periódico de
Aragón, 21-II-2003
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Lo
de Yesa
José
Luis Trasobares
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El recrecimiento de Yesa a una cota inverosímil (un pantano
como el de Mequinenza en el corazón del Pirineo) ha olido
desde siempre a chamusquina. Este proyecto sólo podía (y
puede) interpretarse de dos formas: en primer lugar,
permitiría disponer de otro gran almacén de agua que
incrementase (al menos sobre el papel) las reservas
regulables y posibilitara el trasvase del Ebro; en segundo,
da cumplida satisfacción a los intereses concretos de
consultoras, constructoras y de algunos personajes que en
esto de las obras públicas andan repicando y en la procesión,
aunque, al parecer, lo que más les va es alzarse con el
santo y la limosna. Ahí ha estado escudriñando la Fiscalía.
Si sólo queda probada la décima parte de lo que dice el fiscal de Medio Ambiente, el actual proyecto
para recrecer Yesa está bastante podre. Lo que tenemos
ahora a la vista (y todo el mundo es inocente mientras no se
demuestre lo contrario, etcétera, etcétera) es una curiosa
red de vínculos entre altos cargos de la Administración y
las sociedades que fijaron las condiciones de tal proyecto,
lo elaboraron y finalmente recibieron la adjudicación de la
obra. O sea, que como hay unos señores que hoy son altos
funcionarios, mañana ocupan importantes cargos políticos
en el mismo ámbito (Medio Ambiente-Obras Públicas) y
antes, durante o después fundan (o son fichados por)
empresas que, a su vez, contratan con el sufrido Estado...
pues resulta que todo se resuelve en un círculo viciado, la
cocina de Juan Palomo. Lo siento por los regantes radicales,
la derecha aragonesa y los políticamente correctos, pero
hoy por hoy el recrecimiento de Yesa es inaceptable. Salir a
defenderlo después de la que viene cayendo o es hacer el
primo u otra cosa peor que no digo porque en periodo pre-electoral
está todo el mundo muy sensible. ¿Por qué no nos
calmamos, esperamos a ver qué pasa en los tribunales y
luego adoptamos, aquí entre nosotros, una decisión cabal y
consensuada?
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