OPINIÓN

El Mundo, martes 10 de octubre de 2000

El trasvase del Ebro bajo la lupa

NARCÍS PRAT, catedrático de Ecología de la Universidad de Barcelona y miembro del Consejo Nacional del Agua

"En mi opinión el mayor impacto ambiental en el río Ebro y su cuenca, más incluso que el propio trasvase, se producirá si se realizan en ella todas las obras del Plan de Cuenca (32 embalses y 487.358 hectáreas de nuevos regadíos y canalizaciones)".


Aunque el Plan Hidrológico Nacional (PHN) estudia todas las cuencas hidrográficas, al final los únicos sobrantes que juzga trasvasables son los del Ebro, de forma que todas las miradas se dirigen ahora a esta cuenca: los posibles receptores de agua apelando a la solidaridad hídrica y los cedentes buscando los argumentos para demostrar que no les sobra agua.

El PHN considera que un caudal ecológico mínimo de 100 m/seg. es suficiente en la desembocadura del río para evitar los efectos de la cuña salina. Asume que todas las obras del Plan de Cuenca deben realizarse (lo que supone 4.000 hectómetros/año menos para el río en Tortosa). Con todo ello restan 5.200 hm de agua que el río aportará al mar en un año promedio (en un año seco nada, excepto el caudal mínimo) y que éstos son «jurídicamente recursos excedentarios».

De todas las propuestas resalta que «el trasvase se garantizaría con el uso parcial de los embalses hidroeléctricos existentes en la parte baja del río... sin más efectos que una moderada afección a sus usos hidroeléctricos». Es decir que se podría realizar el trasvase ahora mismo si se compensa a las compañías hidroeléctricas y sin necesidad de ninguna de las obras contempladas en el Plan de la Cuenca del Ebro.

Aunque el PHN estudia con detalle las afecciones ambientales, algunas de las problemáticas mas importantes, como la invasión salina en el Ebro, hay cuestiones relacionadas con el impacto ambiental que no quedan claras. Voy a destacar tres. En primer lugar, el hecho de aceptar que se realicen todas las obras en la cuenca del Ebro. En mi opinión el mayor impacto ambiental en el río Ebro y su cuenca, más incluso que el propio trasvase, se producirá si se realizan en ella todas las obras del Plan de Cuenca (32 embalses y 487.358 hectáreas de nuevos regadíos y canalizaciones).

En segundo lugar, la mengua de caudales (por el trasvase y las obras) provocará un aumento de la duración de la cuña salina en el río (de seis a nueve meses por año), lo que unido al exceso de nutrientes del agua (provenientes en gran parte de los cultivos actuales y los futuros) tendrá como consecuencia que las aguas saladas de la parte inferior de la cuña sean totalmente pútridas (como ya pasa ahora) durante más tiempo.

Finalmente, queda un aspecto muy preocupante para la sostenibilidad del delta, como es la falta de sólidos en el río, lo que puede provocar la desaparición de una cuarta parte de aquel en cinco décadas. El PHN nos dice que el trasvase no afectará porque ya no bajan sedimentos por el río y que este problema no le incumbe, pero si este aspecto no se aborda en el PHN ¿dónde se abordará?

El PHN 2000 se decanta por el aumento de la oferta sin control detallado de la demanda. Así, acepta todas las demandas urbanas e industriales de los Planes de Cuenca, lo que suponen 439 hm del total previsto a trasvasar, sin cuestionar su necesidad (las demandas están sobreestimadas en todos los Planes de Cuenca). Acepta todos los regadíos. Es un plan que responde pues a los intereses de los usuarios y no a los ambientales.

Quizá con el plan se asegure una sostenibilidad económica para algunas cuencas mediterráneas, pero se niega la sosteniblidad ecológica de la cuenca del Ebro y especialmente de su delta.

Hay que recordar que este verano se ha aprobado la Directiva Marco del Agua que va a introducir una filosofía diferente en la gestión del elemento, donde la sostenibilidad ecológica tiene un papel preponderante. Con esta directiva todos los Planes de Cuenca aprobados en 1998 deberán redactarse de nuevo y por ende el PHN deberá ser profundamente modificado.

Sería una lástima descubrir dentro de pocos años que existe un modelo alternativo de gestión del agua que no requiere trasvases. Si en aquel momento ya está hecho el trasvase y las obras de regulación del Ebro, ¿nos arrepentiremos de haber destruido paisajes únicos por una operación económica y política a corto plazo?

Narcís Prat es catedrático de Ecología de la Universidad de Barcelona y miembro del Consejo Nacional del Agua.
 

http://www.el-mundo.es/diario/2000/10/10/sociedad/10N0080.html
 
Asociación Río Aragón