OPINIÓN

Heraldo de Aragón, lunes 29 de enero de 2001
Andrés Pedreño: "En Murcia necesitamos un freno de emergencia"

La sobreexplotación de los acuíferos y la explotación de los inmigrantes, muchos de ellos sin papeles, son dos efectos directos y muy negativos de la imparable expansión de los regadíos, de forma ilegal, en Murcia y Levante

JOSÉ JUAN VERÓN Zaragoza
Andrés Pedreño es profesor de sociología de la Universidad de Murcia y es especialista en las consecuencias sociales y ambientales provocadas por la nueva agricultura. Asegura que es necesario frenar la expansión de los cultivos en Murcia para impedir una mayor degradación social y del medio ambiente.

PREGUNTA.–¿Cómo explica que Murcia sea la región con más «Mercedes» por habitante, según dice su presidente, y se enfrente a sucesos como el de Lorca?.
RESPUESTA.–Los «Mercedes» tienen un 'reverso tenebroso' que son las furgonetas cargadas de trabajadores hacinados. Para que existan los «mercedes» han de existir las furgonetas. Los políticos murcianos ocultan la cantidad de gente que sobrevive en la economía sumergida y muestra el consumo ostentoso de los «nuevos ricos», por cierto muy cutre y de poco gusto. Esta visión produce también una particular forma de hacer política. Hablan de proyectos fastuosos, de aeropuertos, trenes de alta velocidad y centros de alta tecnología; fuegos de artificio que ocultan la realidad en que mucha gente murciana vive.
P.–¿Tiene relación la explotación desmedida de los acuíferos con la de los inmigrantes?.
R.–En el trabajo aparece un vínculo entre la manera de usar la naturaleza y la manera de usar al hombre. La sobrexplotación de acuíferos es el equivalente de la sobrexplotación del trabajo de los inmigrantes en los campos de lechugas. El tren que el otra día arrolló a la furgoneta cargada de trabajadores inmigrantes es una metáfora del progreso rápido, intensivo, arrollador, expansivo que propicia la agricultura industrial. Para alimentar esa locomotora es necesario un permanente más agua, más tierra, más trabajo barato, más y más. En Murcia necesitamos un «freno de emergencia» para que el tren no se lleve por delante más trabajadores ni siga agotando las reservas de aguas.
P.–¿Los nuevos cultivos serían rentables con salarios justos?.
R.–Lo que ocurre en la agricultura murciana pasa también en California o en el Sur de Francia. La altísima rentabilidad de la agricultura se basa en la explotación de categorías sociales vulnerables, especialmente mujeres e inmigrantes. La sobrexplotación es inherente a este tipo de agricultura. Si además no existe regulación sociopolítica que frene los efectos perversos del modo de producción, tendremos lo que pasa en el campo murciano.
P.–¿Es verdad que si no llega el trasvase del Ebro se perderán 20.000 empleos como dice la patronal murciana?
R.–Siempre me ha parecido inmoral usar como recurso el problema del empleo para argumentar en los debates sociopolíticos. Tras el accidente de Lorca, España entera ha conocido el tipo de empleo que existe en la agricultura intensiva, y la campaña institucional ya no puede propagar las bondades del agua para el empleo murciano. Esto es una práctica muy habitual; tratar de ocultar, silenciar o encubrir los problemas sociales o ambientales.
P.–Pero la estrategia funciona.
R.–Cada día menos, porque los problemas terminan generando riesgos de tan alto calibre que es imposible seguir encubriéndolos. Un gran trasvase entre cuencas tiene muchos costes sociales y ambientales, y no es nunca una solución inteligente a los problemas. Una administración inteligente del agua y una sociedad rural viva y dinámica son perfectamente compatibles.
P.–¿El Plan Hidrológico Nacional fomenta este tipo de nuevos regadíos?
R.–El PHN favorece abiertamente la expansión de las agriculturas mediterráneas de carácter intensivo. Se apuesta por un modelo agrario industrializado. El accidente de Lorca no ha sido algo aislado. Ha puesto en evidencia, al igual que Elejido, la existencia de un específico régimen de explotación, marginación y segregación de la población inmigrante en los enclaves de agricultura intensiva mediterránea.
P.–¿El agua del trasvase servirá para nuevos regadíos?
R.–Todo apunta a que el trasvase va a suponer una nueva vuelta de tuerca para consolidar definitivamente la industrialización de la agricultura. Esto implica el triunfo de la gran explotación frente a la pequeña y mediana propiedad campesina.
P.–¿Qué tipo de economía que existe en la Región?.
R.–Desde hace más de década y media se ha apuntalado en la Región de Murcia un modelo económico que se apoya en el uso de categorías sociolaborales altamente vulnerables. Por ello, el mercado de trabajo está infectado de economía sumergida, de bajos salarios y de una altísima tasa de eventualidad. Esto está generando una preocupante tendencia de polarización de la estructura social.
P.–¿Qué impresión tiene la sociedad murciana sobre los nuevos regadíos?.
R.–Se están empezando a mirar con preocupación los efectos sociales y ambientales del modelo agrícola. Los políticos hablan con aires triunfalistas de la «California del Sur de Europa», pero lo que la gente está viendo es que detrás de esas denominaciones hay una realidad muy amarga. Pero también es cierto que mucha gente vive con las puertas bien cerradas para no ver nada.
P.–¿Y la huerta tradicional?.
R.–La huerta tradicional es la gran perdedora. Secanos y huertas tradicionales todavía tienen un potencial por descubrir para definir un nuevo modelo de producción agropecuario de calidad. La alarma social de asuntos como las «vacas locas» van a acelerar la demanda de alimentos de calidad. Por ahora, la locomotora de la agricultura industrial hegemoniza el territorio, usurpa el agua a los regadíos tradicionales y, sobre todo, encandila al poder político, impidiendo cualquier debate.
 
Asociación Río Aragón