OPINIÓN
          2 de noviembre de 2000
AIRE LIBRE
Los dueños del agua

Cristina Narbona

Durante el último fin de semana he podido comprobar en el Pirineo catalán de cerca el grado de insatisfacción ciudadana que produce la actual política del agua y el propio proyecto del Plan Hidrológico Nacional. El debate en torno a estos temas atrajo una audiencia cuantitativa y cualitativamente superior a la que se consigue en ocasiones análogas en ámbitos urbanos. No es de extrañar, puesto que el espectacular desarrollo en aquella zona de los deportes fluviales choca de frente con el control de los ríos ejercido desde hace muchos años por las centrales eléctricas, con la benevolencia –por ser suaves– de la Confederación Hidrográfica del Ebro.

Los "dueños del agua" deciden cuánta agua baja por el río, a qué hora y en qué fecha, estableciendo condicionantes que en muchos casos van más allá de los propios contenidos de las concesiones otorgadas hace muchas décadas, y que hubieran podido ser revisadas incluso de oficio, desde 1995 por parte de la Confederación Hidrográfica. Máxime cuando una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha afirmado, con contundencia, que los derechos de las centrales hidroeléctricas tienen como límite el mantenimiento del caudal ecológico del río; y aunque sea complejo determinar cuál es este caudal, en cada momento del año, lo cierto es que la producción de energía eléctrica conlleva a menudo la circulación por el río de un caudal inferior a cualquier mínimo razonable para la supervivencia de los ecosistemas hídricos.

Desde luego, los empresarios y los usuarios de los deportes fluviales conocen perfectamente cuál es el caudal mínimo que les permite desarrollar su actividad. Y hay una exigencia generalizada de reajuste de los poderes fácticos sobre el agua, que no hemos encontrado reflejada en la propuesta del PHN formulada por el Gobierno Aznar. En esa propuesta, el agua sólo parece tener tres usos: los regadíos aunque su ubicación o su rentabilidad económica sea discutible, el sector eléctrico que goza de un tratamiento del favor desde época inmemorial y los nuevos desarrollos urbanísticos y turísticos, que amenazan con causar daños irreversibles en el litoral mediterráneo, incluida la degradación del atractivo turístico de nuestra costa.

El gran debate, quiera o no el PP, no es "trasvase sí o no", "este PHN o el caos…". El debate está situado en quién usa hoy día el agua, y cómo y para qué, y en quién controla, en representación del interés general de todos los ciudadanos, dichos usos.

El correo de Cristina Narbona
http://www.estrelladigital.es/001102/articulos/opinion/narbona.htm

 
Asociación Río Aragón