Heraldo de Huesca, septiembre de 2000
Entrevista con Carlos de Prada
Ángel Gayúbar. Santaliestra
El prestigioso naturalista y periodista Carlos de Prada ha visitado hace unos días el Altoaragón para recorrer las comarcas oscenses amenzadas por la construcción de nuevos embalses y conocer de primera mano la problemática con que se enfrentan estos territorios. Galardonado con el Premio Global 500 de la ONU, premio considerado como el Nobel del Medioambiente, de Prada se mostraba, días antes de conocerse su alcance, enormemente crítico con el Plan Hidrológico Nacional que se está debatiendo estos días y abogaba por una verdadera política medioambiental alejada de los actuales usos.

-PREGUNTA. ¿Qué impresión le ha causado la problemática de los pantanos en la provincia de Huesca?.

-RESPUESTA. Hay que tener presente que la cuenca del Ebro es clave en lo que se da en llamar el Plan Hidrológico –un plan que según muchos expertos debería llamarse hidroilógico- Nacional. Un proyecto que no es Plan, ni es Hidrológico, ni es Nacional; y no es nacional porque aunque se está presentando como un proyecto que va a vertebrar España partiendo de una supuesta solidaridad hídrica, lo que va a hacer es desvertebrarla, generar guerras del agua como ya está sucediendo, desequilibrios territoriales marginando unas comarcas respecto a otras... Pero, claro, el Ebro es la clave porque es donde están proyectadas las más importantes infraestructuras de regulación que se pretenden realizar. Estos días he estado visitando alguno de estos lugares afectados por futuras presas, como es el caso de Yesa, Jánovas, Biscarrués o Santaliestra, y son unos pantanos que cada caso en particular merecería un comentario en profundidad, aunque todos ellos tienen escasas justificaciones ecológicas y económicas.

-P. El Ministerio de Medio Ambiente considera que el Ebro es un río excedentario y que sus aguas se pierden en el mar.

-R. Sobre los excedentes que se está señalando que tiene la cuenca del Ebro habría mucho que decir. Si se estudia, por ejemplo, lo que es el agua que fluye por la desembocadura del río, hay que llegar a la conclusión que los caudales no son excesivamente boyantes. De hecho, en su desembocadura existe una gran intrusión marina, es decir, está entrando agua salada en algunos momentos hasta 25 kilómetros aguas arriba de la propia desembocadura, incluso por encima de Amposta. Y esto es así porque a veces los caudales que desembocan en el mar no son importantes. Ya existe una considerable explotación de las aguas en la cuenca del Ebro y no se dan esos caudales sobrantes que se está tratando de presentar. Esto siempre según los datos de distintas Universidades que han realizado estudios rigurosos sobre las disponibilidades del Ebro, aunque los políticos –y no solamente los del PP- hayan tratado de magnificar los caudales que el río vierte al mar. Y además es un sinsentido ecológico e incluso económico decir que el agua que se vierte al mar es un agua que se desperdicia: primero porque ecológimante es fundamental que sigan existiendo esos caudales para la conservación de un área tan importante como es el delta del Ebro; y a nivel económico hay que tener presente que si se siguen construyendo embalses en su cuenca, los aportes de sedimentos que van a la desembocadura se reducen casi totalmente (algo que ya está pasando con Mequinenza y Ribarroja) lo que puede dar pie a algo que ya está ocurriendo, una regresión costera. Además no afecta solo a esta zona sino que la arena de las playas de todo lo que es el óvalo valenciano, la zona que va desde la desembocadura del Ebro hasta el cabo de San Antonio en Alicante, depende de una corriente que va desde el río hasta esos puntos. Esto unido a la construcción de ciertas infraestructuras en la costa como muchos puertos deportivos o la ampliación de grandes puertos comerciales, hace que los sedimentos cada vez vayan llegando en menor cantidad a estas playas y se pierda progresivamente su arena. Hay que tener en cuenta que esa es una de las principales zonas turísticas de España y que el turismo es la principal industria nacional. Por no hablar de los nutrientes que aporta el río a la cadena trófica marina y el grave quebranto que para la fauna marina de la zona puede ocasionar la pérdida de más caudales. Consecuentemente, para unos fines bastante dudosos de unos regadíos que en el actual contexto de la política agraria comunitaria de los excedentes, del recorte de superficies, de las cuotas asignadas para los distintos cultivos que ya se están superando y nos están multando, unos nuevos cultivos que parece que no se van a poder sacar adelante porque no hay una realidad en los mercados internacionales para asumirlos –algo que reconoce la anterior ministra de Agricultura- se va a hacer un quebranto ecológico y económico para la nación verdaderamente inasumible. Estamos hablando de varios billones de pesetas (luego las obras públicas se presupuestan por una cantidad que al final se acaba por duplicar y triplicar) que se van a invertir en unas obras cuya justificación económica es harto dudosa más allá de lo que sí se ve como un interés y un beneficio claro –y este incuestionable- de las empresas constructoras e hidroeléctricas. Lo que pasa es que no se puede defender ante un país que se quiera hacer unas obras de infraestructura para beneficiar al sector de las grandes constructoras o de las corporaciones eléctricas y lo que se hace es esgrimir razones aparentemente sociales como son unos regadíos o la solución a unos supuestos déficits hídricos.

-P. ¿Qué opina, en particular, del pantano de Santaliestra?.

-R. Habiendo visto esta zona, lo que es evidente en primer lugar son los valores ecológicos elevadísimos que tiene un curso fluvial tan importante como es el Ésera. Querer construir un embalse como el que se pretende aquí, un pantano muy requerido curiosamente por las eléctricas catalanas esencialmente y presuntamente por las constructoras dado su alto coste, en una zona donde –según expertos de relieve incuestionable como Arturo Rebollo o Francisco Ayala- existe tan alto grado de riesgo y donde además en 1907 ya hubo deslizamientos perfectamente documentados, se quiera construir un embalse poniendo en riesgo la vida de miles de personas parece más allá de lo que es el impacto ambiental y otro tipo de cuestiones, parece que quizás no sea algo demasiado asumible. Encima se da la circunstancia de que son bastante dudosos los fines que se esgrimen para construirlo.