OPINIÓN

El Pirineo Aragonés, viernes 27 de octubre de 2000

Cuento contigo

Érase una vez un niño alegre y simpático que se llamaba Javi. Tenía 6 años y vivía en un pequeño pueblo del Pirineo llamado Artieda. Su corta vida había transcurrido feliz, rodeado de sus personas queridas en este hermoso pueblo que le estaba viendo crecer. Pero últimamente se le veía pensativo y algo triste. Un día que jugaba con su amiga Yolanda, ésta le dijo: "Te veo muy preocupado, ¿te ocurre algo?". Y Javi le respondió: "No entiendo muchas cosas de las que están pasando. A mi padre le veo cabizbajo, y seguro que no es porque vayan a parir las ovejas. Me decía papá el otro día que unos señores quieren hacer más grande la presa de Yesa y el agua subirá e inundará Sigüés, Mianos y Artieda y nos tendremos que marchar de casa a vivir a otro lugar que no conocemos. No entiendo por qué tenemos que hacer eso si nos gusta vivir aquí. Dice mamá que otra gente necesita el agua para que puedan regar los campos o beber agua. Lo que menos entiendo es que para eso nosotros tengamos que dar todo lo que más queremos, todo lo que a mis abuelos, a mamá y papá les ha costado tanto esfuerzo conseguir.

La vida es injusta; o sólo es injusta con algunos, ¿por qué no pueden coger agua de otro lado?, ¿por qué no hacen pantanos donde los necesitan?; y lo que me parece peor: ¿por qué tenemos que dar todo para que otras personas tengan más? Aun así, creo que en el pantano ahora hay agua para que beban un montón de personas, y además, me han dicho que en las ciudades hay unos aparatos que se llaman depuradoras que limpian el agua y puede volverse a utilizar. En Artieda no hay casas tan modernas, pero en otros pueblos más pequeños del Pirineo todavía no tienen agua corriente, ni luz, las carreteras dejan mucho que desear y si alguno nos ponemos enfermo tardamos mucho en llegar al hospital.

La mayoría de los niños que vivimos aquí tenemos que ir a las escuelas de otros pueblos más grandes porque las nuestras las han cerrado. Mi amigo Alejandro de Castiello me ha contado que tienen problemas con el autobús que los lleva a Jaca. Mi amigo Ramón de Araguás del Solano me dijo que, en verano, tienen que llevar agua en camión porque no tienen y Cristina de Caniás tiene que ir a la fuente a buscarla cuando se acaba la del grifo. Para que después digan que nos sobra agua.

Otra cosa que me pone triste es ver a mis tíos Julián y Ana cómo, los viernes, vienen muy alegres a pasar el fin de semana en su pueblo, pero el domingo por la tarde se despiden no tan contentos porque tienen que irse a Barcelona a trabajar porque, dice mi abuela, que las personas jóvenes tienen que marchar a otras ciudades porque aquí no hay trabajo.

En fin, podría contar más cosas que me ponen triste, pero espero que esto sólo sea una pesadilla y acabe bien. Me gustaría pedirles a los señores y señoras que tienen el poder que pensaran un poquito en las personas que nos gustan nuestros pueblos y, pese a las dificultades que tenemos, nos gusta vivir aquí. No quiero que el río Aragón que, según dice la maestra, fue donde nació nuestra tierra, inunde ahora nuestro pueblo".

"Y ¿por qué no hacemos una cosa Javi? –propuso Yolanda–, que las personas que lean el cuento nos ayuden a buscar un final feliz". "Sí, es una buena idea" –contestó Javi–. Niños y niñas, mamás y papás, abuelos y abuelas de todo Aragón, escribid un buen final para este cuento y mandárnoslo, ¿vale? Muchas gracias.

Vuestros amigos y amigas de 1º y 2º de Educación Primaria del COLEGIO SANTA MARÍA de Jaca
 
 
Asociación Río Aragón