El agua
va marcando el tiempo, gota a gota, en una clepsidra, un
reloj que le roba el agua al tiempo, que marca las horas
y que sirve de símbolo de relevo a los hombres y mujeres
que ayunan para enfrentarse desesperadamente al
recrecimiento de Yesa a los grandes embalses, al
trasvase.
Es como
el suplicio de Tántalo que tenía el agua al lado y
cuando necesitaba beber se le escapaba de los labios. La
clepsidra y Tántalo forman parte de la mitología , una
mitología puesta al día por los ayunantes que se pasan
el testigo con unos cuantos kilos menos y unos gramos
más de esperanza. Porque ¿para qué sirve esto de
ayunar?, ¿verdad que se lo ha preguntado estos
días?...es un gesto más, pero es como ese tirón en la
conciencia que recuerda a las almas adormecidas que esto
no se ha parado; que si la solución no ha llegado es que
sigue habiendo un problema. Un problema que afecta a
hombres y mujeres que no son capaces de imaginar su
paisaje anegado y su maleta en la puerta.
Es por
eso que ayunan. Es para recordarnos que el futuro no lo
marcan grandes extensiones de agua, el futuro lo marca
la conciencia del ahorro, de la mesura y del sentido
común. Ayunar es un sacrificio de unos pocos para que,
otros muchos, se paren un segundo en su rutina y se
miren a los ojos y se pregunten pero ¿qué es esto de la
nueva cultura del agua?. Y si se hacen la pregunta y
buscan la respuesta, probablemente habrá valido la pena
el esfuerzo de los ayunantes.
La
clepsidra seguirá sobre nuestras conciencias, el reloj
que nos roba el agua, marcando el tiempo. Casi da
escalofríos pensarlo |