Vivimos tiempos mejores,
sin duda, que los sufridos bajo el autoritarismo hidráulico
de quienes imponían trasvases testiculares al son de marchas
militares. Sin embargo, el reto de superar nuestros
problemas en casa sigue pendiente. Hace ya años, los
alcaldes del Pirineo nos dieron a todos una lección de
inteligencia y humildad en aquel Manifiesto por la Dignidad
de la Montaña, cuando explicaban: "Todos somos minoría en
algún momento y circunstancia; los de la montaña somos
minoría frente a los del llano, pero los del llano lo son
respecto a Zaragoza; y los de Zaragoza junto a todos los
aragoneses lo somos frente a valencianos y catalanes; que a
su vez, junto a todos los españoles, son minoría frente a
alemanes o franceses. Si no aprendemos a respetar en Aragón
a nuestras minorías, ¿con qué fuerza moral exigiremos
respeto como minoría a nivel de España o de Europa?"
Ha pasado el tiempo,
y ciertamente no ha pasado en balde. La Iniciativa Social de
Mediación abrió el camino del diálogo, demostrando que es
mucho más lo que nos une que lo que nos separa. En el
acuerdo del Matarraña se demostró a la postre, que las
balsas en los barrancos laterales, propuestas en su momento
como alternativa al conflictivo trasvase de Beceite, eran la
opción más razonable, eficaz y rápida para los regantes, al
tiempo que permitía respetar las justas aspiraciones de las
gentes del Alto Matarraña.
El discurso de
investidura de Marcelino Iglesias y su compromiso de que no
se volvería a inundar pueblo alguno en Aragón, abrió tiempos
de esperanza. El triunfo posterior de la izquierda en las
elecciones generales y la decisión del nuevo Gobierno de
acabar con la sinrazón de los trasvases del Ebro ha abierto
definitivamente las puertas de la modernidad hidrológica en
este país de la mano de esa Nueva Cultura del Agua de la que
podemos sentir la legítima satisfacción de saber que nació
en nuestra tierra.
SIN EMBARGO, la
Comisión del Agua parece haber cedido a la impaciencia
política por encima de la sabiduría que siempre emerge de la
reflexión, el contraste de alternativas y el diálogo. De
entrada, no parece lo más oportuno priorizar en urgencia el
conflicto más agudo, en lugar de crear escuela con acuerdos
más sencillos, como sería el caso de Santaliestra, en vías
de solución.
En todo caso, la
propuesta de una menor cota en Yesa que permita no inundar
Sigüés debe ser saludada como un avance valioso y positivo,
por cuanto reconoce una de las claves del conflicto: el
derecho de todos los pueblos de Aragón a su existencia, por
encima de intereses económicos de unos u otros. Pero no
parece tan razonable que se haya rechazado, de hecho, el
contraste de esta opción con las alternativas presentadas
por la Fundación Nueva Cultura del Agua. Un debate serio y
público sobre este proyecto podría desarrollarse en no más
de tres meses; tres meses que no serían perdidos sino
ganados, pues no le quepa a nadie la menor duda de que ese
viejo proverbio de "hablando se entiende la gente", es tan
cabal como pragmático.
Hoy no pueden
sustentarse demandas como las que pretenden justificar el
recrecimiento. Zaragoza consume hoy un 15% menos de agua que
cuando se diseñó el proyecto de traída de aguas del Río
Aragón. Un cálculo riguroso de las demandas previsibles de
Zaragoza y de los pueblos que quedarían conectados al citado
abastecimiento, se eleva a no más de 80 hm3 (frente a los
132 hm3 del proyecto). Teniendo en cuenta que la Loteta (que
por cierto ha costado un 40% más de lo presupuestado)
almacenará 98 hm3, se puede afirmar con rotundidad que
Zaragoza tiene garantizada la regulación de caudales del
Aragón con este embalse sin necesidad de que Yesa (recrecido
o no) regule ni un solo metro cúbico. Por ello pretender que
Zaragoza pague la mitad del recrecimiento de Yesa, además de
la Loteta, no tiene justificación alguna.
Respecto a las
demandas del regadío de Bardenas, exigir 9.200 metros
cúbicos por hectárea, simplemente no es serio. El regadío en
Bardenas debe, ante todo, modernizarse. Si por otro lado
tenemos en cuenta que lo prioritario en materia de
regulación es la regulación en tránsito, y no en cabecera,
la propuesta de hasta ocho embalses en el propio espacio de
Bardenas que hemos sugerido desde la Fundación permite
abordar las necesidades de agua en la zona de forma modular
y flexible. Una vez hechos los cálculos y las simulaciones
por ordenador con los modelos más avanzados, se demuestra
que con tan sólo uno de estos embalses, el de Orés, de 60
hm3, se abastecería el polígono de Bardenas modernizado,
hasta completar Bardenas II (un total de 90.000 ha). Si se
llegara a recrecer el regadío a las 105.000 ha, cuestión
altamente improbable, sería necesario construir el embalse
de Marracos, que se destinaría tan sólo en un 20% al sistema
de Bardenas quedando más de 100 hm3 para regular el río
Gallego, reforzando así el sistema de Riegos del Alto Aragón
en Monegros. Todo ello supondría un coste inferior en 78
millones de euros al coste licitado en Yesa. Ese dinero
podría y debería dedicarse a financiar en prioridad la
modernización del regadío, con especial atención a la
explotación familiar agraria.
CURIOSAMENTE, la
presentación de estas alternativas, en lugar de abrir
espacio al debate, parece haber disparado las prisas por
cerrar el caso. Es como si la contundencia de la
racionalidad asustara a quienes, al parecer, habían diseñado
otro escenario basado en un acuerdo político previamente
elaborado. Un acuerdo de reducción de cota en torno a la
pieza que parece haberse convertido en el elefante blanco de
ese Pacto del Agua que, afortunadamente, todo el mundo
parece dispuesto a revisar. A mi entender debe valorarse
como positivo el esfuerzo de flexibilidad política que han
realizado, sin duda, quienes han asumido la posibilidad de
rebajar la cota para no inundar Sigüés. Sin embargo, ello no
debe ser incompatible con dejar espacio al prometido debate
técnico. Es necesario que seamos serios y consecuentes a
este respecto. Abrir un debate transparente y bien informado
nos permitiría llegar a soluciones mejores y más eficientes,
que a la postre nos harían ganar tiempo y dinero.
*Presidente Fundación
Nueva Cultura del Agua |