Opinión
Heraldo de Aragón, 10-III-2002
Respuesta a la carta dirigida a los aragoneses con motivo del 23-A

Mª. Antonia Antoranz Onrubia

Fco. Javier Martínez Gil

 

Es de agradecer que los gobernantes se molesten en remitirnos a nuestros hogares una amigable carta para convocarnos a una nueva concentración contra el PHN y el trasvase del Ebro, explicándonos los motivos que tenemos para hacerlo. Nos gustaría, sin embargo, plantearles algunas consideraciones.

¿Por qué motivo afirman los Señores Presidente y Vicepresidente que “Aragón pasa por un momento difícil”, cuando las obras que ellos propugnan como indispensables para el futuro de esta tierra –las del Pacto del Agua–, están recogidas en el PHN con rango de Ley, compromiso de urgencia y están declaradas de “interés general? ¿Qué más se podría pedir?

Para quienes en verdad es un momento difícil es para las gentes del Pirineo, que así lo han expresado en manifestaciones multitudinarias. Su dignidad y sus ya escasos tramos de unos ríos que fueron majestuosos, es lo que está peligro, a la vez que ven no hay voluntad de gobierno para articular un modelo de desarrollo económico y social que sea respetuoso con lo que esos ríos representan para sus sentimientos y para las legítimas expectativas de su desarrollo económico. Sienten la profunda indignación de ver cómo a ellos -que nunca hasta ahora habían pedido nada de sus ríos para sí mismos-, se les niega, incluso desde la propia tierra, y se les acusa de insolidarios.

Lo que los Señores Presidente y Vicepresidente argumentan fuera de Aragón para justificar su negativa al PHN y a los trasvases del Ebro (los costes económicos y sociales desproporcionados, los derechos de las minorías, el respeto a los valores medioambientales, la inviolabilidad del territorio, etc.) es aplicable al pie de la letra a la política que defienden para Aragón.

Las grandes obras de regulación previstas en el Pirineo no responden a necesidad objetiva de nadie, ni a realidad económica o de estrategia hidrológica socialmente defendibles. No hay proporción entre el coste económico de esas operaciones, el beneficio social esperado, la destrucción de valores patrimoniales colectivos y el dolor humano que desencadenan.

Hay formas de economía muy sustanciosas y muy sociales, ligadas al aprovechamiento de los ríos, especialmente los ríos hermosos, como los pirenaicos. Son formas diferentes de la producción hidroeléctrica, de unos kilowatios que luego derrochamos, o de unas miles de toneladas más de maíz subvencionado. Vayan al Sella, al Noguera Pallaresa, a Bicarrués/Murillo de Gállego, a las vecinas gargantas de L´Ardeche en Francia, a  EE.UU. o al Canadá, y verán de qué estamos hablando.

¿Para qué queremos embalsar cerca de 2.000 hm3 más, si con menos de 300 hm3 nos bastaría para atender las previsiones y compromisos del nuevo Plan Nacional de Regadíos, sabiendo –además– que no se han de cumplir ni en su tercera parte? Grandes balsas y pequeños embalses en las zonas de consumo y en barrancos laterales es, en todo caso, lo que procede. La Sotonera es un buen ejemplo al respecto.

El lema “Aragón, agua y futuro” estaría bien si se nos explicase a qué modelo de futuro se refiere. En la carta se dramatiza la situación, hasta desfigurarla. Se nos asegura que “de la regulación de esos ríos (los pirenaicos se entiende) depende el futuro de nuestros hijos”. ¿A qué hijos se refieren? El porcentaje de hijos de regantes/expectantes es muy pequeño, y los que desean continuar en el campo, todavía menor. ¿Qué futuro estamos construyendo para el resto de nuestros hijos?

El discurso político del agua en Aragón caerá si alguna vez las regulaciones reclamadas fuesen realidad. Entonces habrá que preguntarse: ”¿y, ahora qué?”.  Don Jaume Matas lo ha dicho claro: “el agua que sobre, se trasvasará”, es decir, casi toda; porque ni el Estado ni el Gobierno de Aragón –y mucho menos ACESA o el regante/expectante–, habrán de asumir las inversiones necesarias para poner las nuevas aguas a regar, sencillamente porque no es negocio para nadie. Esta es la trampa, la gran hipoteca, el último expolio que se nos está tendiendo.

Les damos la razón en eso de que “somos un pueblo con capacidad de resistencia y de vencer situaciones adversas”, porque las gentes del Pirineo van a seguir luchando, acompañadas de decenas o cientos de miles de personas con sentido común y sabiduría. No les quepa la menor duda que vencerán. Con ellos vencerá Aragón frente a las políticas de despersonalización y de “tierra quemada”, de chalaneo hidrológico, de privatización de patrimonios y de destrucción. Y los jueces les ayudarán, como ya lo están haciendo.

¿En qué va a quedar aquel enorme capital de ilusión colectiva surgido un histórico 8 de Octubre? se preguntarán muchos aragoneses, preocupados de ver cómo seguimos incapaces de articular un discurso sabio e ilustrado sobre el Agua en esta tierra, rehenes de una situación patológica que sólo sabe hablar de más y más regadíos como paradigma de futuro y de nuestro victimismo. El lema de una manifestación colectiva hoy podría ser otro:“Defendiendo los ríos, defendemos los valores de Aragón”

No con ustedes pero sí con decenas de miles de aragoneses, compartimos la infinita esperanza del triunfo de la razón y el deseo de dejar a nuestros hijos alguna esencia de lo que un día fue un gran patrimonio de belleza y de identidad de las gentes con su territorio. Donde mejor están la aguas de los escasos tramos de ríos pirenaicos todavía hermosos que aún nos quedan, es donde están: siendo ríos, manteniendo identidades, ofreciendo bellezas, alimentando orgullos colectivos, y promoviendo economías respetuosas.

Asociación Río Aragón-COAGRET