OPINIÓN

El Ecologista n.º 23, diciembre de 2000

Una adecuada gestión del agua haría innecesarias muchas de las obras previstas

¿Más embalses y trasvases o gestión del recurso?

Federico Aguilera Klink. Dpto. de Economía Aplicada, Universidad de La Laguna

En la actualidad existen dos perspectivas claramente enfrentadas sobre la gestión del agua. Una de ellas centra toda su atención en aumentar la capacidad de embalse y en trasvasar el agua embalsada desde la "España verde" a la "España seca". En este caso, más que de gestión del agua lo correcto sería hablar de infraestructuras de captación de agua o de infraestructuras que aumentan el suministro de agua. La otra, insiste en "poner orden en la casa" y gestionar realmente el agua antes de lanzarse aconstruir nuevos embalses y trasvases.



La controversia enunciada es fundamental para aclarar conceptos y para argumentar detalladamente a favor o en contra de cualquiera de las dos perspectivas. Sin embargo, nos encontramos con una controversia desigual en la que los esfuerzos por elaborar esa argumentación detallada no son demasiado atractivos para aquellos que defienden la opción de construir más embalses y trasvases.

La insistencia en que la solución a los problemas de agua pasa por la construcción de más embalses y trasvases descansa en las siguientes consideraciones:

a) El agua es, fundamentalmente, un factor de producción necesario para la agricultura y la industria, sin olvidar los usos urbanos. No obstante, y a modo de declaración de principios, se admite, aunque sin demasiada convicción y más bien para cubrir el expediente, su importancia medioambiental.

b) Existen cuencas excedentarias y cuencas deficitarias y es posible satisfacer el déficit de agua de estas últimas trasvasándoles agua desde las primeras. Esto significa que la escasez en las cuencas deficitarias es de origen físico y se atribuye a que llueve poco.

c) Los usos del agua, erróneamente calificados como consumos o demandas, van a seguir creciendo a un fuerte ritmo, especialmente en las cuencas deficitarias.

d) El potencial de ahorro de agua mediante la introducción de mejoras tecnológicas en los principales usos así como el potencial derivado de las mejoras en las redes urbanas y agrícolas de transporte y distribución de agua no es demasiado importante.

Nueva economía del agua

Frente a las anteriores consideraciones, la "nueva economía del agua" argumenta la posibilidad de que, en algún caso, sea necesario construir embalses pero rechaza que la solución a los problemas del agua se encuentre, de manera generalizada, en la construcción de más embalses y trasvases. Las principales razones son las siguientes:

a) El agua es un activo ecosocial y es necesario abordar la gestión integral de todo su ciclo. Dicho de otra manera, hablar de gestión del agua exige una gestión integrada del territorio, es decir, no hay gestión del agua sin gestión del territorio. Así pues, no se trata sólo de captar más agua para cubrir un supuesto déficit físico sino de ver qué usos del territorio son compatibles con el mantenimiento de la cuenca hidrográfica como tal y con las disponibilidades de agua.

b) La distinción entre cuencas excedentarias y cuencas deficitarias, es seriamente cuestionada. Como señalan Naredo y Gascó (1), con frecuencia se habla de cuencas excedentarias sin tomar en consideración las necesidades de evapotranspiración que varían en los diferentes cultivos y que dependen de las políticas de riego y de reforestación.

Pero, además, se da por supuesto que el agua que se pretende trasvasar es agua de buena calidad, cuando lo que ocurre es que la mayoría de los ríos exceptuando los de las cuencas del Norte y del Duero contienen aguas de pobre calidad, cuyo contenido en sales la sitúa más allá del límite de la no potabilidad. La razón de esta mala calidad no se encuentra en la contaminación de origen industrial y urbano sino en los factores del entorno natural (deforestación) que, en parte, se ven reforzados por las prácticas agrícolas y los usos del territorio. Una demostración clara de cómo no se puede separar la gestión del agua de la gestión del territorio y de la necesidad de conocer correctamente el ciclo del agua en cantidad y calidad para poder hablar con propiedad de la gestión de este recurso.

La otra consideración que no se sostiene es la que insiste en que la escasez es de origen estrictamente físico. Desde hace ya unos cuantos años (2) vengo argumentando que la escasez posee un elevado componente social más que físico. Es cierto que en unas cuencas llueve más que en otras, por lo que se puede hablar de una escasez natural de agua pues estamos hablando de climas diferentes, pero no es menos cierto que "...es el propio comportamiento en el uso y gestión del agua el que agrava dicha escasez y la convierte en una escasez económica y socialmente provocada (...) de ahí que una política hidráulica que descansa fundamentalmente en la construcción de nuevos embalses y trasvases pueda considerarse como bastante limitada desde el momento en el que no parece enfrentarse a las causas principales de la escasez" (3).

c y d) La "vieja economía del agua" necesita excusas para justificar las nuevas infraestructuras. En este sentido, la gama de excusas utilizada es variada. Sólo citaré dos dada su especial relevancia. La primera excusa ha consistido fundamentalmente en extrapolar los consumos actuales, incluyendo las pérdidas en las redes como si éstas fueran despreciables e inevitables. La realidad es que esas pérdidas son enormes y perfectamente evitables.

Una de las estimaciones más prudentes sobre la magnitud de esas pérdidas es la de Losada para quien "El volumen de recursos que escapan del control de los sistemas de riego, sin llegar a beneficiar a los cultivos, supera los 10.000 hm3/año. Aunque parte retoma a los cursos naturales, acuíferos y ríos, unos 5.000 hm3/año no son recuperables, magnitud que es del mismo orden que la de todas las otras demandas de la población española, que no llegan a alcanzar los 6.000 hm3/ año" (4). ¿Cuál es el sentido de construir más embalses y trasvases con este volumen de pérdidas? ¿A quién beneficia realmente, y de qué manera, la construcción de esas infraestructuras?

Referencias

1. NAREDO, J.M. & GASCÓ, J. M. (1994) Spanish Water Accounts. Summary Report. Draft.
2. AGUILERA, F. (1991). Algunas cuestiones sobre economía del agua. Agricultura y Sociedad 59: 197-221.
3. AGUILERA, F (1996). "Economía de los trasvases de agua: una aplicación al caso español" in Economía del Agua, pp 429-484. MAPA. Serie Estudios n.°. 69. Segunda edición. Madrid.
4. LOSADA, A. (1994). Eficiencia técnica en la utilización del agua de riego. Revista de Estudios Agro-Sociales 167: 131-154.
5. TOMÁS, E. (1997). "Un ejemplo de inversión ahorradora de agua: la remodelación de la Acequia Real del Júcar", in La Economía del Agua en España, pág. 183-207. Fundación Argentaria-Visor (dis.). Madrid, 1997.
 
 
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