Aún no he tenido la
oportunidad de leer la sentencia sobre el caso Yesa.
Desconozco si el tribunal no se juzga competente. Desconozco
si no ha quedado suficientemente probada la culpabilidad.
Desconozco si los imputados se conchabaron antes, después o
durante. Desconozco si las pruebas presentadas han sido
consideradas lo suficientemente "directas" y lo
suficientemente de "cargo". ¡Hay tantas cosas que
desconozco!
Aún así, le diré lo que sí conozco. Conozco las servidumbres
a las que han sido condenadas tantas zonas del Pirineo.
Conozco el sufrimiento de aquellos que vieron desaparecer
cuanto querían en nombre del bien común de los demás.
Conozco los intereses bastardos, verdaderos cimientos de la
presa de Yesa. Conozco la despreciable calaña de los que no
dudan en ahogar al vecino en su propio provecho.
La nuestra es una causa justa. Amigos y simpatizantes: por
más reveses que tengamos que superar, no olvidéis nunca que
la razón es la más terca de las sentencias.
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