Sra.
Ministra:
Estos días pasados visitó Huesca. Ha tenido una reunión con
las mujeres del mundo rural asociadas en AFAMMER y se ha
hablado del desarrollo rural sostenible.
Nosotras también somos mujeres del mundo rural, las mujeres
de Artieda, Santaliestra, Biscarrués, Erés, Mianos y tantos
otros.
Somos las mujeres del mundo rural que vemos una vez más, con
pena, rabia e indignación, que alguien se empeña en olvidar
que existimos, porque les resultamos incomodas a unos
políticos que tratan de mostrar la imagen de que todo va
bien, de que todo el mundo está contento y de que cuentan
con la gente de los pueblos.
En
su intervención usted dijo: “Por vuestro futuro y por el
futuro de vuestros hijos, el Gobierno de España seguirá
trabajando en esta tierra y yo personalmente, como ministra,
os garantizo mi apuesta decidida por Aragón”.
¿También apostará por Aragón si sale elegida en Murcia? ¿Del
futuro de quién habla? ¿Es tal vez del futuro de aquéllos a
quienes quiere inundar sus tierras, sus valles, sus raíces,
su medio de vida, su identidad? ¿También se preocupará del
futuro de nuestros hijos a los que piensa obligar a que se
tengan que ir de sus pueblos? Esos hijos que tendrán que
decir: de ese pueblo que está bajo el agua, de ahí soy yo;
ese territorio hoy pobre y abandonado era mi valle. ¿De esos
también se preocupará?
También habló de “un progreso que supone satisfacer las
necesidades presentes sin comprometer el desarrollo de las
futuras generaciones”.
¿Satisfacer las necesidades de quién? ¿De los que van a
seguir enriqueciéndose a costa nuestra? Además, Sra.
Ministra, ya están comprometiendo el futuro de las futuras
generaciones, ya que estar amenazados por un pantano es una
losa que apenas nos deja respirar y avanzar.
Queremos que sepa que nosotras no somos mujeres rurales de
segunda. Nosotras amamos nuestros pueblos, a pesar de que
sobrevivir en estas zonas no siempre es fácil. La zona rural
siempre ha sido una marginada, por mucho que ahora traten de
vendernos lo contrario.
Hemos sido los grandes olvidados, menos ahora que les
interesa “dorarnos la píldora” y enfrentarnos con otras
gentes de pueblo prometiéndoles el “oro y el moro” a cambio
de nuestra ejecución.
A
pesar de las dificultades tomamos la opción de quedarnos
aquí. Queremos seguir viviendo en nuestros pueblos, ver
crecer en ellos a nuestros hijos, no perder nuestra cultura,
nuestras raíces, nuestras tradiciones, nuestra identidad y
nuestro orgullo de ser gente de pueblo.
Teníamos la esperanza de que usted, como mujer, supiera
entendernos mejor, ya que presumimos de tener una
sensibilidad de la que, a veces, carecen los hombres.
Confiábamos en que por esa razón utilizaría el sentido común
y no se dejaría guiar por servilismos políticos y
económicos. Pero una vez más, al igual que nos pasó con la
Sra. Tocino, estábamos equivocadas. Estar a las órdenes de
unas consignas políticas es más importante que ser una
persona crítica.
Sólo
queremos que todo el mundo sepa que nosotras también somos
mujeres rurales:
Mujeres y compañeras de esos hombres que después de trabajar
duro todo el día, al llegar a casa y leer en la prensa que
nuestros gobernantes siguen empeñados en echarnos de casa,
dan un golpe de rabia en la mesa y “romanceando” sus sólidos
argumentos pasan noches en vela sufriendo por si este
atropello llega a cometerse.
Hijas y nueras de esos abuelos que lloran de pena y tristeza
al ver que sus tierras, sus casas, todo lo que con tanto
sacrificio han conseguido y lo que recibieron de sus
antepasados puede ser anegado con un agua que otros
derrocharán y que servirá para que otros muchos vean crecer
sus suculentas fortunas.
Madres de niños que se despiertan por la noche con
pesadillas, diciéndote si cuando vengan a inundarnos dará
tiempo que salgamos o nos ahogarán también a nosotros.
Madres de jóvenes que ven tambalearse su futuro porque
alguien ha decidido, en un lejano despacho, que poco importa
la vida, los sentimientos y el porvenir de los habitantes de
unos valles insignificantes para ellos.
Somos esas mujeres de pueblo que con el argumento de la
verdad y la razón seguirán luchando hasta su último aliento
para que tal injusticia no se tenga que lamentar jamás.
Luisa de Haro (Biscarrués) y 100 mujeres más |