Minoría
que rompe la unidad
Pilar Vicente Baquedano
A estas alturas sólo se puede calificar de "trágico" el
comportamiento del Gobierno de Aragón en el conflicto hidráulico. En
dos años de legislatura lo único que ha demostrado el señor
Marcelino Iglesias ha sido un desprecio insultante hacia los afectados
de los grandes pantanos pirenaicos, pues como se suele decir, no hay
mayor desprecio que la ignorancia. Y eso es lo que ha hecho el señor
Iglesias, que ni siquiera ha tenido el respeto de recibir y escuchar a
las asociaciones de afectados de la montaña. Y no será por lo que se
ha luchado: ayunos voluntarios (más de mil personas en el año 99);
acampadas urbanas de más de un mes, tanto en Zaragoza (esta
primavera, plaza Aragón) como en Madrid (frente al Ministerio de
Medio Ambiente, año 2000); un paro general de toda la sociedad
pirenaica aragonesa (octubre 2000); decenas ya de concentraciones y
manifestaciones y una activa participación en la recién terminada
Marcha Azul hasta Bruselas. Se ha investigado incluso en alternativas
y puntos de unión entre el llano y la montaña que, perversamente, se
silencian una y otra vez. Hemos sufrido además una humillante
criminalización (manifestación en Yesa contra la primera piedra, el
pasado mes de junio, donde a pesar de ser legal había casi tantos
guardias civiles armados como manifestantes) y una "ocupación
militar" en el pueblo de Santaliestra (septiembre del 99).
Pero hasta la concentración en Zaragoza del pasado domingo, a pesar
de todo lo realizado, no existíamos. Porque aunque apenas nos dejen
voz para gritarlo, la lucha contra el PHN es la lucha contra el Pacto
del Agua, porque ambos se destruyen con los mismos argumentos, que son
los de una nueva cultura del agua a la que incluso el PAR, partido bisagra
y principal responsable en Aragón del conflicto hidráulico, es capaz
de agarrarse para atacar el proyectado trasvase del Ebro del PP.
Así pues, "ya existimos". Somos, nos llaman, otras vez
perversamente, "la minoría que rompe la unidad", en un
intento claro de echarnos encima a la mayoría de los aragoneses. Y
ponen de ejemplo a los catalanes, que por cierto, su unidad no se debe
a otra cosa que a la credibilidad que otorga la coherencia. Por eso la
Plataforma de las Terres del Ebre no sólo está en contra del PHN,
sino también (lo vienen diciendo desde el primer día, aunque se
silencie) contra el Pacto del Agua.
Aragón se convierte así en rehén de su propia política
autoritarista y desfasada. Exactamente esa misma que tanto se le
critica al Gobierno del señor Aznar. Mal camino. -- Pilar Vicente
Baquedano. (ZARAGOZA)
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