Valoraciones de Antonio
Casas, doctor en Geología, sobre algunas conclusiones de las
jornadas sobre estabilidad de laderas organizadas por la CHE del
11 al 13 de junio de 2007.
Conclusión de la CHE:
La aplicación de los métodos de auscultación de laderas permite
realizar un diagnóstico claro y anticipar cualquier tipo de
problemas antes de que se manifiesten en la superficie.
Valoración de Casas:
De acuerdo en que los métodos de auscultación de laderas permiten
realizar un diagnóstico de los problemas. Pero también es cierto
que no se están aplicando todos los métodos existentes para
auscultarlas (no hay, por ejemplo, tilt-meters ni
extensómetros de cable que son utilizados de forma rutinaria en
deslizamientos). Y por otro lado está la interpretación de los
datos. Para mí un movimiento, por pequeño que sea, es preocupante,
en el sentido de que puede ser premonitorio de movimientos
mayores, especialmente si cambian las condiciones de la ladera
(saturación en agua debido al llenado del embalse, o generación de
movimientos sísmicos). Los deslizamientos no se mueven de una vez,
primero van rompiendo las pequeñas uniones que existen entre los
dos bloques para finalmente deslizar de golpe.
CHE: Con el estado
actual de la ingeniería de construcción y la metodología de
control resulta «muy difícil» que se plantee un hecho similar al
que se produjo en Vajont (Italia) en 1963, donde hubo 2.000
muertos debido a un deslizamiento de la ladera y la consiguiente
ola gigante.
Casas: El
deslizamiento de Vajont no puso en peligro la presa porque se
situaba dentro del vaso y no en los estribos de la presa. En los
casos de Itoiz y Yesa los deslizamientos están sobre los mismos
estribos, lo cual implica un riesgo mayor para la rotura, aunque
el volumen del deslizamiento de Vajont era mayor. Lo que resulta
francamente curioso es que si uno sigue la historia de Vajont, la
administración y a las empresas implicadas reaccionaron
exactamente igual que lo hacen aquí: no quieren oír hablar del
riesgo. Las probabilidades de que ocurra algo parecido dependen de
las circunstancias (velocidad del deslizamiento, etc.), pero
recalco que estos factores son absolutamente incontrolables, al
contrario de lo que exponían algunas de las comunicaciones,
especialmente del CEDEX, que se empeñaban en demostrar (inventando
parámetros) que la ola sería pequeña.
CHE: Para producirse
una ola significativa, el deslizamiento de la ladera tendría que
ser superior a 5 metros por segundo.
Casas: Lo que se
resisten a considerar, porque no les interesa, es que hay
deslizamientos sobre los propios cuerpos de presa, y eso puede dar
lugar a su rotura, con las consiguientes consecuencias
catastróficas. En los modelos existentes la velocidad del
deslizamiento tiene que ser de ese orden para producir una ola.
Por cierto, que en esto hemos avanzado bastante, pues hace unos
años cuando yo hablaba de una posible ola todos estos
especialistas se reían, y ahora parece que por lo menos lo
consideran importante. El problema es que no sabemos cual será la
velocidad de entrada del deslizamiento en el embalse, y eso es muy
difícil de saber. Ellos lo que harán ahora es hacer un cálculo
para decir que la ola será pequeña porque consideran que esa
velocidad es improbable, vamos que lo que hacen es el razonamiento
inverso.
Finalmente Antonio Casas
realiza una última reflexión sobre la jornadas.
Casas: Más que
jornadas técnicas han sido unos juegos florales en los que se
cantaban las excelencias de las realizaciones y los estudios en
Itoiz y Yesa. Para ello han contado con los técnicos que dirigen
las obras y lo que antes se llamaba la clá, o sea, una serie de
gente que les ríen las gracias y les hacen de mamporreros cuando
se trata de machacar a la oposición, con argumentos tan poco
científicos como que esos deslizamientos ocurrieron hace 45
millones de años (todavía no se había acabado de formar el
Pirineo), o que según mis teorías habría que cambiar de sitio
Tokyo y San Francisco.
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