EL CAMINO DE SANTIAGO

Artículos de APUDEPA

Réquiem por la Alta Zaragoza

Puentes medievales, termas y necrópolis romanas, caminos a Santiago y el recuerdo de unos habitantes sacrificados por el progreso, yacen hace tiempo bajo las aguas de Yesa. Cuarenta años después, los pobladores y el patrimonio restantes de estos pueblos son acechados de nuevo por el destierro definitivo. Con este, se abre una serie de seis artículos que abordará el patrimonio de la Alta Zaragoza con intención de sensibilizar sobre su importancia o para ser postrero testimonio de las consecuencias de una polémica actuación.

Pese a las visiones románticas, pese a perder a paso acelerado la sensibilidad colectiva, pese a la ñoña trivialización de situaciones de verdadera gravedad, nadie que haya visitado un pueblo abandonado puede olvidar la congoja, el helador aliento de la muerte que nos visita en él con más violencia que en un cementerio aún. Aquí las casas nos muestran sus entrañas, vísceras en forma de camas desvencijadas, ventanas rotas, puertas que no cierran nada, desolación insuperable. Ruesta, Esco o Tiermas son, a orillas de Yesa, el más celebre caso de esta desolación que agarrota a demasiadas zonas ya en el Pirineo. Artieda, Sigüés o Mianos aún resisten, pero el cerco es cada vez más estrecho. Su abandono conlleva la agonía de muchísimo patrimonio, visible y oculto aún, que estos pueblos atesoran, y que será también tragado por las aguas para siempre, o, en el mejor de los casos, abandonado sin posibilidad de ser estudiado ni disfrutado.

Una cierta inocencia nos hace ilusionarnos al oír que cuatro ermitas van a ser sacadas de las aguas, que el patrimonio se salvará, que se desviará el Camino de Santiago. Sin embargo, una mirada crítica a la cuestión nos descubre la realidad. Ante la idea de la inundación, o de un museo subacuático del Camino de Santiago como el proyectado en el puerto de Alejandría, la solución de trasladarlas parece la más adecuada, pero no se debe obviar que es un grave adulterio, no menor que inundarlas, y nos crea un profundo recelo acerca del resultado final del traslado. No sólo eso; habrá que explicar con qué criterio se decide salvar San Jacobo de Ruesta o San Pedro de Artieda y no los numerosos yacimientos romanos que han entregado mosaicos (Villa Rienda en Artieda), las casas solariegas de Sigüés y Ruesta o las veredas del Camino de Santiago. Alrededor de los dos ramales del Camino hay yacimientos aún por estudiar, y en los pueblos muchos rincones con tanto valor artístico como emotivo, que dejarán huérfanos a sus habitantes y a los que no lo son, porque la historia es memoria colectiva.

Desde hace cuarenta años se ha dejado agonizar a estos pueblos del Camino, que son por ello Conjunto Histórico, y con ellos a la muy importante historia de una zona que fue extremadura de Aragón durante siglos. El Camino Jacobeo ha sido ignorado por la administración, el castillo de Ruesta olvidado a la sombra de otras grandes obras, las ermitas (salvo San Jacobo de Ruesta a la que se restauró recientemente in artículo mortis) abandonadas si no es para arrancarles sus frescos (San Juan de Ruesta, Esco…), y la memoria de los hospitales de Sigüés y Esco anegada. Lejos de aprovechar la coyuntura del año Jacobeo para potenciar el reconocimiento de este tramo del Camino de Santiago, sigue siendo un gran desconocido dentro y fuera de Aragón. Únicamente se ha conseguido, en unos pocos meses y con argumentos maniqueos, enfrentar a las gentes de la montaña, hartos de ser siempre la minoría que se sacrifica, y las gentes del valle, empeñados en conseguir algo que quizá no necesitan tanto como creen. Implacable, el progreso contra natura ocultará la memoria. Serán desde ahora apátridas para que tengamos un agua que no necesitamos, y no nos importará… y cuando nos toque a nosotros, como decía Bertold Brecht, ya será demasiado tarde.

Las rutas de peregrinación
La moderna visión del Camino de Santiago nos ha inculcado algunas deformaciones acerca de sus rutas y su concepto. De ellas, la idea de Camino que hoy tenemos de la Ruta Jacobea, vereda con marcajes amarillos que nos lleva de un punto a otro, choca frontalmente con la idea original que estaría más cerca de una ancha franja de tránsito con algunos lugares comunes, hospederías sobre todo, repartidos además por amplias zonas. De este modo, lo importante no era llegar a Santiago antes, sino el hecho de viajar, y no se puede decir, como se oye a menudo, que San Juan de la Peña o San Adrián de Sasau (Sasabe) no estaban en el Camino por estar separados del marcaje actual. Así, aunque las veredas fuesen algo muy libre, hay que prestar atención a éstos lugares comunes, y sin duda en este tramo del Camino hay muchos e importantes. Los hospitales de Sigüés y Esco, los monasterios de San Jacobo en Ruesta y San Juan de Maltray, el balneario de Tiermas o los puentes y vados que ya están bajo las aguas, son, como mínimo, consubstanciales a las veredas que se marcan para el turismo y la solución del traslado no es sino una improvisación coyuntural y pobre.

El Camino en la Alta Zaragoza
La Canal de Berdún fue, desde los más primitivos estadios de las comunicaciones en Aragón, un eje fundamental al que acuden las vías naturales que descienden de los valles perpendiculares, Tena, Aragón, Echo, Ansó y Roncal. El Camino de Santiago en este tramo (que viene descrito en el Liber Sancti Jacobi) se dividía en dos ramales desde Puente la Reina de Jaca (antigua sede real), que iban por ambas orillas del río Aragón. Uno, por la margen izquierda, que quizá fue el más tradicional y que pasaba por Mianos, Artieda, San Juan de Ruesta, Ruesta y San Jacobo de Ruesta; y otro que, por la cara solana de la Canal, pasaría por Berdún, Sigüés, Esco y Tiermas, donde se juntaría con el de la cara umbría. En la actualidad, estas veredas, algunas de las cuales quizá coincidan con las originales medievales, están muy descuidadas, incluso abandonadas, y sus emblemas esenciales, fuentes, cruces de término o puentes, completamente ninguneados, inundados o directamente desaparecidos.

Patrimonio de la humanidad
El Camino de Santiago es una de las manifestaciones declaradas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad por su carácter de nexo cultural entre pueblos desde hace más de mil años. Como este tramo está dentro de esta declaración, el patrimonio histórico artístico de esta comarca tiene esta categoría, y los pueblos tienen la de Conjunto Histórico. Aunque este hecho es suficiente como para que se reconsidere la inundación de la comarca, no deberíamos tener que esperar a consejos externos para mantener todo ese legado cultural sino preservarlas por sistema, porque no sólo es un patrimonio milenario, es un patrimonio vivo, el de unas gentes que viven AHORA en las casas de sus abuelos que dentro de poco estarán inundadas. Gentes que somos nosotros también.

Publicado en Heraldo de Aragón, 17-X-1999.

Texto escrito y cedido por APUDEPA

Asociación Río Aragón-COAGRET