Reportaje: Camino de Santiago

 

Heraldo de Aragón, 13 de febrero de 2004
CAMINO DE SANTIAGO
Camino tocado... y hundido
  • El recrecimiento del embalse de Yesa pone en jaque el tramo de la Ruta Jacobea aragonesa comprendido entre Artieda y Ruesta.
LARA COTERA. Yesa | Las aguas de Yesa guardan, entre lodos y peces, las huellas de los que alguna vez recorrieron la vía principal del Camino de Santiago en Aragón.

El peregrino que sale de Artieda tiene unas tres horas de viaje hasta Ruesta, el pueblo al que el embalse le quitó la vida, y que hoy ofrece un albergue para peregrinos gestionado por la CGT.

La marcha sigue el antiguo Camino de Pamplona, y conserva los muretes de piedra de hace siglos y parte del empedrado, que lucha contra la invasión de zarzas y maleza. A su derecha, Yesa y, bajo el agua, el antiguo puente de Tiermas y sus termas, que como ya decía el Códice Calixtino -la primera guía que en el medievo se hizo sobre el Camino- tenía "unos baños reales que fluyen calientes constantemente", en los que el peregrino encontraba descanso. Después, iría hacia Monreal. Ahora, los peregrinos deberían cruzar el embalse para seguir con esta vía y, a pesar de todo, encontrarían la senda, que se mantiene en su interior. Por eso, el puente todavía surge como una aparición cuando baja el nivel del agua.

Desde los años 80, la alternativa es un camino medieval que llevaba hasta Sangüesa pasando por Ruesta. Pero ahora esta vía, que tiene tramos espectaculares, podría correr la misma suerte que el Camino viejo. El problema de las cotas

El recrecimiento pone en jaque este tramo, Patrimonio Mundial de la Humanidad, y los peregrinos que lo atraviesen en estos meses podrían ser los últimos que disfrutasen de él ... al menos sobre el nivel de las aguas.

El problema no es nuevo para los vecinos de Artieda, y no sólo por la pérdida patrimonial que supondría la anegación del Camino, sino porque, en su caso, quedarían inundadas las mejores tierras que tienen para el cultivo.

En estos días se barajan dos cotas de recrecimiento, una máxima (que supondría elevar Yesa de los 489 metros actuales sobre el nivel del mar hasta 521) y una intermedia (entre los 506 y los 510 metros).

Luis Solana, alcalde de Artieda, no ceja en su lucha por evitar que siga adelante cualquiera de las dos opciones: "La única forma de salvar el Camino es no recrecer Yesa ni un centímetro más, porque la cota media que proponen sigue inundando la ruta. Y ya no hablamos del incalculable valor de la vía en sí, que además está protegida por la UNESCO, sino de lo intangible que lleva consigo: la historia de los que lo recorrieron, el paisaje, la tradición de estos pueblos...".

El Camino de Pamplona

El tránsito de peregrinos ha cambiado la vida de estos núcleos, que ahora reciben al visitante con sencillez y calidez. El albergue, además, da otro puesto de trabajo para Artieda y lo ayuda a mantener, al menos, su población, que se ha visto diezmada en los últimos años.

Para los lugareños de esta zona, Yesa duele. Duele por el daño que le puede hacer a sus tierras, por la posibilidad de que la ruta jacobea vuelva a anegarse y por la despoblación que trajo consigo. "Aún recuerdo que, a principios de los años 60, cuando yo era un chaval, fuimos a despedir a los últimos vecinos de Ruesta. Y después de pasar aquello, nos parece increíble que quieran recrecerlo de nuevo", dice Miguel, vecino de Artieda.

Por otra parte, pesan las necesidades para usos agropecuarios, urbanos e industriales, las que apuntan al recrecimiento. "Creemos que las demandas de Aragón pueden ser atendidas con el actual embalse, siempre que se nos ayude", asegura, sin embargo, Luis Solana, alcalde de Artieda.

Según los primeros estudios, si se aumentase el nivel del pantano hasta los 521 metros, no sólo se perdería prácticamente en su totalidad el antiguo Camino de Pamplona, sino que se inundarían dos ermitas que tuvieron un papel fundamental para la senda jacobea desde el medievo: la de San Juan (a la entrada de Ruesta) y la de Santiago (a la salida) enmarcada en uno de los tramos más valiosos de todo el Camino aragonés.

Y esto sólo en el ramal sur de Yesa, porque, al otro lado, las afecciones podrían ser de entre 12 y 15 kilómetros y todo el Camino en esta parte quedaría desarticulado, dejando bajo las aguas Sigüés y destruyendo innumerables yacimientos arqueológicos.

Un siglo puede cambiar la historia de los veinte que le precedieron. Los peregrinos elegían las sendas más sencillas y asequibles para recorrer los cientos o incluso miles de kilómetros que los distanciaban de los restos de Santiago.

Y los pueblos vertebraban, con sus hospitales, sus termas, sus iglesias y sus refugios, cada camino, y le daban un sentido.

Localidades aragonesas como Arrés, Artieda o Ruesta, entre otras, intentan seguir conservando la identidad con la que nacieron, fuertemente vinculada a la ruta jacobea, hoy Patrimonio de la Humanidad, tras la declaración honorífica de la UNESCO. Pero, para algunos de ellos el desenlace de esta lucha se mide en hectómetros cúbicos. En el oro del siglo XXI: el agua.


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La historia, enterrada por las zarzas y la desidia
  • La etapa que une Artieda y Ruesta es relativamente corta (10 kilómetros) pero conserva algunos de los parajes más bellos de todo el Camino aragonés.
LARA COTERA. Zaragoza | La etapa que une Artieda y Ruesta es relativamente corta (10 kilómetros) pero conserva algunos de los parajes más bellos de todo el Camino aragonés. El peregrino recorre el camino que durante siglos fue utilizado para llegar a Pamplona y que conserva los muretes y parte de empedrado original. Sin embargo, unos metros del mismo son intransitables debido a las zarzas. El resto del tramo no pierde su encanto, pero árboles caídos y ramas sin podar dificultan el paso. Luis Solana, alcalde de Artieda, denuncia el abandono de la etapa: "No ha habido voluntad gubernamental para acondicionarlo. Todo se ha hecho con ayudas personales y lo que hace falta es un plan director. Tan sólo con una brigada de limpieza y conservación encargada de cuidarlo daría un cambio muy grande para mejorar el paso".

Superado ya prácticamente este tramo, las sorpresas no abandonan al caminante. Una magnífica ermita, a pocos metros de Ruesta, aparece ante sus ojos. Es la iglesia de San Juan, que hasta hace dos años estuvo prácticamente entera. Sin embargo, cuando se emprendieron las labores para rehabilitarla, algunas de sus partes fueron desmontadas y nunca volvieron. Para protegerla se encargó una cubierta que también ha sido objeto de polémica, ya que no respeta el estilo de la edificación ni el entorno. Esta ermita quedaría bajo las aguas tanto si se aplicase la cota máxima como la intermedia, al igual que la mayoría del Camino que conduce hasta ella.

Además, y pasado Ruesta, la ermita de Santiago evoca al peregrino el esplendor que alguna vez tuvo la senda que hoy recorre con la mochila a cuestas. Este templo era un priorato que perteneció a la abadía francesa de la Gran Selva y en su interior había una alberguería para los que iban rumbo a Santiago. Además, se sospecha que pudo estar rodeada de otros edificios relacionados con este fin. Si se decidiese recrecer el pantano de Yesa hasta los 521 metros, la ermita se vería afectada, y debería ser desmontada pieza a pieza y trasladada a otro lugar. Si el crecimiento se elevase hasta los 506 ó 510 metros, su estructura no quedaría anegada, pero sí el puente que conduce hasta ella, por lo que la senda quedaría desarticulada.

El Gobierno ha anunciado que las inversiones en las ermitas, las construcciones y la propia vía que conduce hasta ella son prioritarios, algo que en Artieda y Ruesta consideran imprescindible.


 

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Heraldo de Aragón, 12 de febrero de 2004
Beduinos en La Canal de Berdún
  • La soledad y la preocupación por cómo Yesa podría afectar al Camino de Santiago acompañan al peregrino en la tercera etapa. La Canal de Berdún, en su soledad y en su olvido. El peregrino atraviesa en esta etapa parajes deslumbrantes en los que se palpa la despoblación.
LARA COTERA. Canal de Berdún | Son las tres de la tarde en una de las calles de Artieda y después de los 20 kilómetros de la tercera etapa de la ruta jacobea aragonesa (Arrés-Artieda) el peregrino se mide, como nunca hasta este tramo, con el Aragón de la Canal de Berdún: el despoblado, el castigado y también el que aún resiste, tal vez por el empuje de sus gentes.

"Así no os vais a quedar, con el estómago vacío, para un bocadillo siempre hay", dice Pepe, que así se llama el vecino que se encuentra con los caminantes. Y sin pensarlo se los lleva a casa, dejando atrás calles y balcones llenos de pancartas contra el recrecimiento de Yesa, una medida que podría afectar de manera crucial a este pueblo y a Ruesta, la siguiente etapa del viaje.

Artieda y los núcleos de este tramo, muchos de ellos despoblados, viven con el temor al recrecimiento metido en el cuerpo, pero el extranjero sólo encuentra en estas gentes, acostumbradas al tránsito de peregrinos, calor y hospitalidad.

La soledad de la ruta aragonesa entre Arrés y Artieda se convierte en un descanso para el caminante, que en esta zona dejará de lado la carretera, pero también en una constante que puede pesar debido a la dispersión de los pocos pueblos que están en la vía.

El primer tramo, hasta Martes (9,5 km), recuerda al de un desierto de campos y parajes llanos en los que el peregrino avanza como un beduino que busca los pueblos dispersos como pequeños oasis en los que reponer fuerzas. La segunda parte, hasta Mianos, padece, además, la falta de mantenimiento y de señalización oficial.

María Isabel Arcas, vecina de este pueblo, lleva muchos años viendo pasar a los peregrinos por el camino: "Tendrían que invertir más en la ruta. El itinerario que ahora es oficial no es el auténtico. El antiguo Camino Real de Navarra pasaba por ahí –y señala una vía paralela a la que actualmente siguen los que se dirigen a Santiago-, pero no la cuidaron y ahora está olvidada y medio enterrada".

María Isabel va de camino a la fuente de San Martín, que está poco antes de la entrada a Mianos. "Ésta es otra. Ya sé que la DGA va a mejorar la señalización pero, por ejemplo, no hay ninguna indicación en la fuente, y los peregrinos, que vienen de un camino largo, pasan de largo. Menos mal que dentro de las mejoras parece que está la reforma de la iglesia".

Además, y aunque la dejadez, la despoblación y la dispersión atacan de frente a la Canal de Berdún, paradójicamente ha sido la concentración parcelaria la que ha afectado al trazado original del Camino de Santiago, también en esta zona y, en concreto, en núcleos como Martes.

Este problema, sin embargo, se queda pequeño ante el que preocupa a los amantes e historiadores del Camino entre Artieda y Ruesta: el de cómo podría afectar el recrecimiento de Yesa al trazado de la senda. Parte de la misma está bajo las aguas desde que en 1956 se hiciera el pantano.

Por suerte, en la década de los años ochenta se encontró una vía medieval auténtica –la que antiguamente llevaba a Puente La Reina por Sangüesa- que es la que los peregrinos atraviesan en los últimos años.

El pulso entre la historia y las obras que traen consigo los nuevos tiempos cobra tintes dramáticos en este caso.

 

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Asociación Río Aragón-COAGRET