Luisa PUEYO
JACA.- Mariano Chóliz, profesor de
la facultad de Psicología de la Universidad de Valencia, explicó
en Jaca la utilización de los más antiguos sistemas de persuasión,
deformación de la realidad y falacias en los llamamientos a favor
del Plan Hidrológico Nacional, la construcción de embalses y el
trasvase del Ebro. En una conferencia organizada por la Asociación
Río Aragón contra el recrecimiento de Yesa, y realizada el sábado
en el Palacio de Congresos con un centenar de asistentes, Chóliz,
natural de Ejea, dio a conocer los términos propagandísticos que
se están empleando para pervertir el uso del agua.
La consecuencia de emplear la
argumentación para persuadir, conocida desde la Grecia clásica, y
la propaganda, con la repetición hasta la saciedad de un mensaje
simple -“aunque protesten los intelectuales”, como dejó claro
Goebbels, ministro de Propaganda del III Reich alemán, algo que
también se ha visto en el reciente ataque a Iraq, precisó-, es el
convencimiento de la mayoría, que no se para a pensar si los
mensajes que recibe son ciertos. Esto se acompaña, añadió, de “la
supresión de información que no interesa, o su deformación con
verdades a medias, falsas verdades y falacias”.
Ejemplo de todo esto es el
llamamiento “de la manifestación de la paella, organizada por el
Gobierno valenciano, que logró por una afinidad ideológica con las
fallas, la bandera y el folklore que la gente que no se lo había
planteado, se pusiera a favor del PHN. En Jaca o en Ejea es fácil
debatir sobre el agua porque interesa, pero en Valencia la
necesidad del trasvase es reciente y ha sido inducida por los
medios de comunicación”. Otros ejemplos los da el Gobierno
central, “al solicitar informes a los científicos y luego tratar
de ocultarlos porque no respaldaban el PHN, y suprimir por el
mismo motivo el informe que el entonces director de la Agencia
Europea de Medio Ambiente, Domingo Jiménez, publicó en su página
web”, o vienen de Aragón, donde “sorprende que haya gente que no
sepa que para ampliar su regadío ha de perjudicar a otros”.
Eslogans como “agua para todos”,
“por cuya ambigüedad se puede usar igual en Valencia que en Ejea”,
dan “un significado casi metafísico al agua, por algo a lo que
nadie puede oponerse, cuando en realidad se trata de razones
económicas de regadío, turismo o industria”. “Ir contra el
trasvase o el recrecimiento de Yesa se plantea como oponerse a que
todo el mundo tenga agua, y el esfuerzo que ha de hacerse para
desmitificar todo esto es enorme, más aún porque la gente ha de
estar dispuesta a entender los argumentos, y además se utiliza con
tintes peyorativos el calificativo de ecologista radical”. Lo
mismo sucede con consignas como “el sur y Levante, Monegros o
Cinco Villas necesitan agua, hay una España seca y una España
húmeda, sobra agua porque el Ebro vierte al mar 9.000 hectómetros
cúbicos al año o que el agua es de todos y hay que repartirla, que
son deformaciones de la realidad y falacias que al final acaban
calando, pero nunca se habla del expolio que se pretende hacer con
zonas ya desfavorecidas, ni de que el Estado es víctima de su
propio principio de autoridad, que le impide rectificar porque las
constructoras imponen los embalses y se obliga así a crear
necesidades de regadío”.
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