El agua no se podrá detraer del Ebro en
verano, época de máxima necesidad, por lo que será necesario
construir nuevos embalses tanto en la cuenca receptora como en
la donante. Con estos proyectos ha llegado la polémica.
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Fotógrafo: JOSÉ
MIGUEL MARCO
El embalse de Yesa, cuyo
recrecimiento fue definido por Jaume Matas como "la piedra
angular del PHN", es uno de los más polémicos
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CARLOS VILLANOVA. Zaragoza
| El proyecto para
trasvasar aguas del Ebro a las cuencas del Levante obliga a
construir nuevas presas con su consiguiente impacto ambiental,
económico y social. En las zonas receptoras, sólo la creación
de grandes vasos permitiría almacenar los caudales
transferidos en invierno para utilizarlos en las estaciones de
mayor demanda (primavera y verano). En la cuenca del Ebro,
cuanta más regulación se establezca, más disponibilidad de
recurso hídrico habrá para utilizarlo de una forma u otra,
bien en la propia cuenca, bien para derivarlo a otros sitios.
Ésta última cuestión ha creado gran polémica en la Comunidad
Autónoma, ya que los detractores del Pacto del Agua
entienden que el acuerdo hidráulico (reclamado por todas las
asociaciones agrarias y defendido por PP, PSOE, PAR y, con
parámetros revisionistas, IU) puede servir para los fines
del trasvasismo cuando en 1992 nació como garante de las
necesidades aragonesas. .
La realidad es que en el PHN se destaca la necesidad de
regular la cuenca cedente para asegurar caudales transferibles
en un sistema hidrográfico de carácter torrencial. En la
página 151 de su "Análisis de los sistemas hidráulicos" se
dice: "En los términos de una demanda añadida al sistema, no
es deseable plantear ninguna transferencia desde el curso bajo
del Ebro si no se dispone de algún almacenamiento que permita
cierta modulación en la toma. Si este almacenamiento fuese de
500 hm3 podrían derivarse 700 hm3/año. Si fuese de 1.000, se
podrían derivar 1.000 hm3/año; y si fuese de 1.500 se podrían
derivar 1.200 hm3/año".
Los textos del PHN establecen que los embalses tributarios del
trasvase serán Mequinenza, Ribarroja y Flix. Para ello, se
plantea la liberación de concesiones hidroeléctricas. Sin
embargo, posteriormente no establece coste del trasvase por
ese concepto. Lo que sí explicita es la posibilidad de que
puedan cederse caudales "desde otros embalses actuales o
futuros" si los órganos de gestión de la cuenca cedente lo
acuerdan.
Para aumentar la suspicacia sobre los embalses, las cifras
del Plan Nacional de Regadíos en Aragón no casan con el
aumento de regulación previsto. De acuerdo al Plan, la
Comunidad necesitaría 272 hm3 más de agua regulada para
satisfacer el incremento de superficie regable hasta 2008. Los
embalses previstos en el Pacto del Agua aumentarán la dotación
en 2.100 hm3.
La "sorpresa"
en el Levante
Por lo que respecta a embalses
en las cuencas receptoras, la forma en que se ha ido
desvelando gradualmente la necesidad de grandes presas para
almacenar el agua del Ebro evidencia el intento de "vender" el
trasvase como algo que sólo aportará beneficios al Levante. El
descubrimiento de que disfrutar de esos recursos tenía la
contrapartida de inundar varios términos municipales ha sido
una "sorpresa" que ha levantado una gran polémica en las
comarcas afectadas, donde se ha pasado a rechazar el PHN.
Las directrices técnicas del PHN hablaba de varias
alternativas de pequeño tamaño, como las presas de Calig,
Gorra, Alcalá o Villamarchante, ninguna de más de 80 hm3.
Posteriormente, se rechazaron por cuestiones geológicas y
empezaron a barajarse opciones más agresivas y con mayor
impacto territorial.
Los impulsores del trasvase pusieron sus ojos principalmente
en dos obras hidráulicas que ya estaban contempladas, pero con
otros fines y mucha menor regulación: el embalse de Azorín en
Monóvar (Alicante) y el de El Marquesado en Turís (Valencia),
que estaban planteados con unos 40 hm3 cada uno y
fundamentalmente para prevenir avenidas. Sin embargo, los
proyectos se reconvirtieron, para dar satisfacción al
trasvase, en dos grandes vasos de entre 150 y 200 hm3.
La fuerte polémica suscitada en estos dos municipios, donde
hasta los representantes del Partido Popular se han opuesto al
PHN si ello supone que se inunde sus términos municipales, ha
hecho que el Ministerio de Medio Ambiente haya hablado de
repartir el esfuerzo de regulación entre más zonas, con
embalses más pequeños. Lo cierto es que, por ahora, no se sabe
dónde se ubicarían los nuevos pantanos. Y lo que ya está más
que claro es que el trasvase también tiene un precio no
deseado en parte del Levante.
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